Wednesday, September 26, 2007

Un bar para Friker

La falta de monetario y la directamente proporcional "necesidad" de adquirir gilipolleces cada vez más caras (me rindo: soy humano) me ha ido llevando últimamente por derroteros que nunca había planeado pisar.


He terminado dando el callo, algún que otro fin de semana, en uno de esos bares de reputación dudosa en que nada es lo que parece hasta que lo miras de cerca y, efectivamente, todo resulta ser lo que parecía ser. Un local donde se unen durante varias horas -como siempre lo han hecho- la cerveza fría y los guerreros del heavy metal, que entonan sus épicos himnos cada vez a mayor volumen cuanto mayor es el volumen de alcohol en su épica panza. Hasta ahí todo es normal. Hasta las ocasionales cucarachas son normales. No pasa nada. Hay muchos lugares así.


Pero todo empieza a torcerse cuando llegas y te enteras de no hay ventilación natural (es un sótano) y de que tras una misteriosa puerta en el excusado existe una vieja fosa séptica ("la cueva del dragón", apropiado, ¿no?) , que hace que al cerrar los ojos, veamos una montaña de pescado abandonado al sol durante días, en una isla atestada de volcanes que eruptan sin parar gases letales traídos desde los pantanosos -y llenos de odio- intestinos del infierno. No pasa nada. Hay litros de ambientador preparados para la batalla.


También es un lugar lleno de misterio. Hay una especie de falso techo junto a la esquina de la barra, cuyas manchas de humedad y goteo constante de líquido dan lugar a las teorías más macabras y nauseabundas que un heavy borracho se pueda imaginar. Y eso puede ser llegar bastante lejos. Todos estamos expectantes, a ver si es verdad que el día en que el techo se derrumbe por fin, se nos cae un cadáver encima. No pasa nada. Uh... no pasa nada.


Después de acostumbrar el estómago a la intriga paranormal -definitivamente, es un bar para Friker-, a cierta hora concreta, los jevis se van a casa (o se retiran a sus aposentos, o lo que sea) y el bar se convierte en un remanso de paz, el ojo de un huracán. Huracán que poco después toma forma de multitud de señores de ya cierta edad, que vienen a preguntarme por todo tipo de personas con motes extraños y todo tipo de sustancias extrañas (pero señor, si ya viene Vd. hecho una piltrafa), mientras la música empieza a cambiar poco a poco, yo me pongo la chaqueta (sí, de cuero, qué pasa), agarro mi salario y huyo despavorido. A mis aposentos, o a donde sea. No pasa nada. Hoy no. Gracias a Dios (o a Thor o quien se tercie) no estoy solo, también hay buena gente por ahí metida, como siempre.


Y esta semana he estado pegando cientos de carteles con el careto de Manu Chao con motivo del lanzamiento (¡¿hace un mes?!) de su nuevo CD... y casi prefiero el bar. Ya me cae bastante gordo de por sí el buen-rollista-proSGAE este, como para verle el careto sonriente 500 veces en dos días.


¡Salud! Y perdón por el rollazo, me dejo llevar... Abrazos.

Thursday, September 20, 2007

He vuelto...


...y con novedades. Después de tanto tiempo ejerciendo el rol de fardo en los vehículos de los demás (Julio lo sabe bien, pobre), y a mis años, que aún sin ser muchos ni pocos ya son bastantes, esta mañana me he matriculado en una autoescuela de esas.

Después de mucho buscar -pensaba que los precios iban a variar una barbaridad-, me decidí por la de la secretaria guapa y tonta. Porque sí. Porque no tenía más que comparar, porque está más cerca y porque total, todas vienen a darle la misma hostia al cajero. Así que una vez en casa, y por curiosidad, me he metido en la página de la DGT (¡¡¡¡Dale Gas, Tío!!!) a ver cómo son los nuevos test esos que dicen que son más fáciles. He hecho 3. He pasao los 3. No puede ser, si no tengo ni pajolera idea de esto. He hecho el de moto también, por oler. Cero pifias.


Es evidente que el factor casualidad tiene más peso en este experimento que el factor causalidad, pero no deja de ser preocupante que la parte, digamos... "intelectual" (la de estudiar) del examen esté al alcance de un chimpancé con delirios esquizoides, al que luego le van a poner un volante entre las zarpas. Eso sí, en cuanto uno tiene coche, parece ser, según cuentan, que se le hace la vida imposible: un montón de normas, algunas rozando la tontería, cuya pena en caso de no cumplimiento se traduce en la retirada de unos puntos, hasta que te quitan el carnés si todavía no te has matao o cargao a alguien. Y digo yo: ¿no podría haber un proceso de selección un poco más razonable? A ver, no quiero que suene a que solo conduzcan varones rubios de piel clara, ojos azules y valores morales indiscutibles (porque como los discutas te dan una paliza). Pero seguro que muchas estupideces (y muchas hostias) en la carretera se podrían prevenir desde la raíz. Yo pienso que hay que buscar cierta estabilidad mental, autocrítica y sentido común para darle un coche a alguien. Que sí, que todo el mundo tiene derecho a sacarse el carnet. Pero ¿todo el mundo está preparado pa conducir? ¿O, como me temo, las autoescuelas meten a cualquiera mientras tenga cuartos? ¿En qué grupo estoy yo? ¿Cuántas bodas del año habrá antes de que termine el año? ¿Cuánto costará un kilo de jamón serrano cuando lleguemos a tener 3.000 € de renta per cápita?


¿Cuándo desaparecerá la censura cinematográfica?

El año que viene, si dios quiere.

(Atención, pregunta freak: ¿alguien ha reconocido esta frase?)


Bueno, el caso, es una opinión muy mía que acabo de desarrollar mientras escribía, no me hagais demasiado caso, que además seguro que sois todos conductores.


El caso, que ya estoy aquí.

Monday, September 03, 2007

No...




...no he huído. Me gustaría, pero no. Sólo estudio.


Poco a poco se termina el sendero. Luego un respiro, y a volver a caminar.


Deséenme suerte, yo les deseo paz a todos.