Thursday, June 26, 2008

Remedios (I)




Remedios es un pueblecito perdido en el interior de Cuba, bucólico, pintoresco y con encanto. Como lo era Innsmouth.


La vía de acceso (la -¡oh! ¡ah! maravilla de la ingeniería- Carretera Central) ya tiene bastante encanto, si "tener encanto" lo decimos de ese tipo de cosas que son un desastre. Imaginaos una carretera por la que se va rápido (no me atrevo a llamarla autopista), de unos 3 carriles por cada sentido. Esto es un cálculo así a ojo, ya que no hay ni una sola línea en la carretera que indique nada. Bien. La mediana son 10 cms de hierba, que puedes rebasar tranquilamente para dar la vuelta o para matarte si quieres. Ahora imaginaos que el asfaltado lo han hecho, a mano y de noche, 300 estrábicos borrachos, y que si teneis en algo de estima la suspensión de vuestro vehículo, no podeis ir en línea recta por vuestro "carril", si no que vais de un lado a otro de la carretera buscando las zonas más transitables (las zanjas, que las hay, cruzan toda la calzada, así que no hay manera de evitarlas). Hay cedas absurdos, sin cruces a la vista ni nada. Bueno, no son absurdos. Justo detrás pasan las vías del tren, sin más aviso, por el puto medio de la autopista. Todo esto a 450º de calor. Así que una vez en Remedios, uno se baja del coche con la sensación de haber vuelto a nacer.


Tras una pequeña recepción familiar con Bucaneros y langosta (cómo es la vida, son humildes pero se ponen de langosta hasta las orejas), nos instalamos en la casita alquilada.


Y ahí empieza el show. Todo es RARO.


Nos recibe la jefa -no diré su nombre por si sabe manejar el Google-, que instantáneamente me recuerda a la encargada de los hechizos vudú del Monkey Island. Saludamos al resto de la gente, ya que esa casa siempre está hasta las narices de gente, entre familia y criados (sí, criados). Tenemos una cena apabullante esperándonos en la mesa, con más langosta, carne, pescado, arroz, frutas tropicales, todo digno de reyes. Y mientras picoteamos de todos aquellos manjares, nos damos cuenta de que las 10 ó 12 personas de la casa nos rodean. Y nos miran. Y no comen nada. Solo nos miran. Hasta el zumo de guayaba se me atragantaba, reley.


Echamos un ojo a la casa. Una enorme imagen de Santa Bárbara preside el salón, espada en mano. Una enorme serpiente pintada recorre dos columnas. Otra, esculpida en madera, espera cerca de la tele. Hay un montón de cuadros extraños e inquietantes (algunos muy inquietantes) por toda la casa. La jefa (mientras su hija, que podría ser mi madre, recoge la cena como una esclava, sin que la ayude ni dios) nos lleva a una pequeña estancia donde nos muestra su colección de muñequitos extraños y de collares de colores. Enseguida se da uno cuenta de que se dedica a la santería. Sólo al salir de la estancia me fijo en que allí, prácticamente todo el mundo lleva collaritos de colores. Santa Bárbara no es Santa Bárbara bendita patrona de los mineros, es el dios Changó. Estamos en un enjambre de santeros.


Así que esa noche, pestillo al canto y a intentar dormir con un calor infernal y la sensación de no entender cómo es posible que alguien en su sano juicio termine ahí. Y eso yo, que tenía pestillo. Gema y Cruz no tuvieron esa suerte...

Thursday, June 19, 2008

Paréntesis


Cerrado por exámenes, hasta el 1 de julio.


Disculpen las molestias.


(Te odio, Schönberg)

Wednesday, June 18, 2008

Paréntesis



Cerrado por exámenes hasta el 1 de julio.


Disculpen las molestias.


(Te odio, Schönberg)

Paréntesis




Cerrado por exámenes hasta el 1 de julio.


Disculpen las molestias.


(Te odio, Schönberg)

Tuesday, June 10, 2008

Crónicas de Cuba (II)



Los primeros días en la isla se reducen a estar en casa tirados (aire acondicionado, gracias al cielo), o en el porche, dándole a la Bucanero y al ron, y viendo asomarse de vez en cuando la cabeza inquietante de la casera. ¿Y por qué hacerse miles de kilómetros para estar tirados en casa? Fácil. Porque nuestra anfitriona cubana (que se agenció la potestad de la furgo de alquiler) se comprometió a llevarnos de visita por La Habana a los sitios más chulos. Pro: qué detalle por su parte. Contra: es cubana. Y eso implica que si quedaba en venir a buscarnos a las 10 de la mañana, podía aparecer tranquilamente a la una o las dos de la tarde, con la consiguiente hinchazón de pelotas por nuestra parte (y la consiguiente semi-borrachera, de esperar cerveza en mano).




La primera sensación al salir al mundo fue pensar para qué coño me saqué el carnet de conducir. Allí la gente va como quiere o como puede, no hay líneas en la carretera, no existe la ITV (mientras el coche ande, es legal), la gente pita sin sentido (sí, cada 20 segundos alguien va y pita, y no quieras buscarle motivo), hay carreras nocturnas ilegales por el Malecón (ilegales pero la policía también apuesta)... Como en un pueblo, pero un pueblo de 3.000.000 de personas.




La segunda, los cubanos son lentos. Y les da igual. Como todos los negocios, hasta el más humilde, pertenecen al estado, se la trae al fresco el tratar bien a la clientela o no, porque van a ganar siempre lo mismo (poco). Así que pedir una Tropicola o una Bucanero puede demorarse de los 10 minutos a la media hora. Y si pretendes comer por ahí, planea dejar toda la tarde. En muchos sitios hay 41 camareros y un solo fogón para cocinar... sólo queda tener paciencia. Una vez con el Popular o el Hollywood en el bolsillo y el Granma debajo del brazo, empiezas a hacerte al país.




También tuvimos nuestro primer contacto con las playas caribeñas. Chiringuitos, palmeras, apartheid guiris-nativos, piña colada, y en general unas playas muy bonitas y hechas una mierda. Obviamente no ven esas playas con la perspectiva exótico-caribeña que tenemos nosotros, así que no les importa tenerlas llenas de basura. Primer contacto también con el típico trío de canción popular que va a sacarte los cuartos. Qué graciosos al principio. Qué ganas de matar al final, cuando tienes el puto "Son de la loma" metido hasta el alma.




Los primeros días fueron una toma de contacto, una pequeña preparación para lo que sería el plato fuerte del viaje: Remedios. Pero eso será en el próximo post...