Sunday, August 31, 2008

Seares sí, báxalo así...

Amparada por la curiosa FDI (Federación de Deportes de Inercia), y en un bonito pueblo del occidente asturiano, llamado Seares, se celebra cada año una curiosa competición, a la que tuve el placer de asistir este año: el Descenso Internacional de Seares. Es una prueba valedera para el campeonato de España, porque cuidao, esto no es ningún juego popular. Se celebran descensos en muchos puntos de la geografía española, hasta el punto de que existen verdaderos fanáticos.

¿Y en qué consiste? Bien. La idea es construirse lo que aquí llaman "carrilanas", que son vehículos rodados sin motor ni ningún tipo de mecanismo de aceleración, que deben bajar por un circuito de carretera de un kilómetro y pico, con el único impulso de la gravedad. Con curvas, o sea que tienes que apañarte un sistema de transmisión, no es echar a rodar y ya. Mas los frenos si no quieres matarte, mas la suspensión, mas la aerodinámica... Tiene tela, vaya. Es todo un arte. Y tiene más tela cuando ves que las más veloces llegan a ponerse, en una carretera secundaria, a más de 90 km/h... cuando los coches irán a 40 como mucho. Da miedo verlas bajar. Aunque más miedo da ver bajar minutos después a la ambulancia.

Hay distintas categorías. Incluso hay una que se basa en calzarse unos patines y lanzarse monte abajo a todo lo que dan las piernas. Alucinante. Qué huevos.

Hay auténticos artistas. La carrilana de la foto está hecha íntegramente (dirección, suspensión, hasta el volante) de madera. La vimos aparcada al llegar y dedujimos que era una pieza de exposición. Luego la vimos otra vez. Bajo la tormenta, con el número 113 y quemando el asfalto a toda pastilla. No sé si ganó la carrera, pero se ganó los corazones de los asistentes. Qué gonita, mare.




Saturday, August 16, 2008

Con mano izquierda




En casa me gané una variada colección de hostias a lo largo de mi vida, pero todas las había pedido a gritos, por una cosa o por otra. No es que después de recibir en la nuca un collejón atómico mirara a mi viejo, le estrechara la mano y le dijera "Buen trabajo, papi, he sido díscolo y ¡pardiez! merecía tal reprimenda". No. Pero con el tiempo uno va dándose cuenta de las perspectivas del adulto...


El caso es que no me puedo quejar, porque años antes me hubiera llevado otro catálogo de capones, esta vez por intentar que mi relación con el entorno se basara en la mano izquierda. Hace 3 días se celebraba el Día Internacional de los Zurdos, que en mi opinión es una enorme memez, como cualquier día Internacional. Oh, sorpresa, soy zurdo todo el año, incluso el 1 de enero (como lo solía pasar en coma, no sabía si era zurdo o diestro o humano o qué); igual que los gays estarán orgullosos de serlo más de un día. Y no necesito que nadie se acuerde de mi "falta de derechos y oportunidades". Si ser zurdo fuera realmente un problema, seguiríamos corrigiéndolo. Yo no me quejo. Tan contento estoy.


Sí, no puedo tocar la guitarra de los demás -ni nadie toca la mía-. Doy codazos al diestro de turno que escribe a mi lado -o me los da él-, tengo que manejar la palanca de cambios con la derecha -oh, entonces ¿todos los ingleses son zurdos, o simplemente idiotas?- y, sobre todo, oooooooh no veo el dibujito de la taza cuando tomo el café. Qué pena.


Sí, "habemos" muchos zurdos en el planeta. Unámonos, pero para hacer una fiesta, no para quejarnos, que bastante víctimas somos ya de todo lo demás, ¡coño!