Tuesday, August 22, 2006

Divago, como el Doctor


Ojalá todo el mundo estuviera lleno de suelas de zapatos, de dos en dos, pintadas de amarillo, en el suelo. Y cada dibujo de par de suelas, con un nombre y dos apellidos al lado. Así, cuando alguien se reconociera en la inscripción, ajustaría sus propios pies en las marcas del suelo, miraría alrededor y sabría que ese es su sitio y que ese es el momento de empezar a vivir. Así la búsqueda de nuestro lugar en el mundo no sería eterna...

A veces pienso eso. Y a veces, todo lo contrario.

"Y a veces, ocurre:

me quedo parado
en mitad del pasillo,
mirando fijamente
las baldosas del suelo,

sin reconocerlas,
ni reconocer en ellas

los
pasos
perdidos."

Me sigue doliendo la mano. No puedo tocar muchas cosas de las que debo tocar. Voy a abandonar la poesía y el decoro lingüístico un momentico pa cagame en dios, con todo el respeto para los creyentes que lean esto, ¿eh? Cuidadín. (Espero que no haya niños que lean esto)

2 comments:

Anonymous said...

Estamos apañaos, Cecil. No fuerce, relájese y cáguese en todos los dioses: hay tantos y todos tan inútiles que bien le puede servir la blasfemia para aliviar sus males y pesares. Yo, si lo desea, y en solidadridad, me puedo partir un dedo con un martillo o algo así... ¿Cree que ésto le aliviaría y reconfortaría? Yo es que por los amigos cibernéticos, lo que sea... (claro que lo de partirme un dedo también sería cibernéticamente hablando).

Juan Esteban González Jara said...

Todo perfecto, pero si piensas y determinas palabras como las que has usado, deja que lean tus pensamientos los niños, no ves que el destrabarse es humano, y el leer es libertad. Un abrazo.