
"Así.
El público se lo tragó todo sin respirar. Conteniendo el aire. Con los ojos clavados en el piano y la boca abierta, como perfectos imbéciles. Permanecieron así, en silencio, completamente embobados, incluso después de aquella criminal descarga final de acordes que parecía que tuviera cien manos, parecía que el piano fuera a estallar de un momento a otro. En aquel silencio descabellado, Novecento se levantó, cogió mi cigarrillo, se inclinó un poco hacia delante, por encima del teclado, y lo acerco a las cuerdas del piano.
Un ligero chisporroteo.
Lo sacó fuera, y estaba encendido.
Lo juro.
Bien encendido."
Alessandro Baricco, Novecento. La leyenda del pianista en el océano.
Hala, a estudiar otra vez.