
Ayer me vestí de blanco y salí a la tormenta, como una novia que hubiera tenido la grandiosa idea de casarse en abril y en Asturias. Pero esta vez la lluvia no fue una molestia. Al contrario, se convirtió en aliada: el ruido del agua estallando contra la acera del Muro se sumaba al de los aplausos de los que soñábamos con cambiar el mundo.
3 comments:
Si algún día lees los libros que te recomendé, la palabra muro tomará otra dimensión :-)
M
Me ha vuelto a salir ingshr... o era insburg?
Amén!
precioso egowell
Post a Comment