Piantón Connection

Perdón, Madame. Es mi fea y habitual costumbre de largarme sin avisar. Esta vez huí a la frontera astur-galaica de Vegadeo, para grabar unas canciones de una de las bandas (en el peor sentido) en las que ando metido, concretamente la de metal "épico", estilo que en mi juventud me gustaba mucho y ahora me resulta bastante hortera, pero me lo sigo pasando pipa pegando voces a diestro y siniestro. Además está todo en Piantón, un pueblo muy bucólico y pastoril. Parece idílico, pero bueno... 6 días viviendo literalmente en el estudio con el guitarrista en plan Gran Hermano, olvidando lo que es una ducha, una comida caliente, un horario biológico normal... Sin cobertura en el móvil (mon dieu!), sin bar (bueno, si aceptamos el "bar-tienda" de Ramonín como bar... pero había que verlo, madre), sin gente y sin parar de pensar en arreglos y tonterías musicales. Teníamos nuestras guitarras y una diana electrónica que nos dio la vida. La vida eterna.

Ooohh y un ratonín de campo en el piso de arriba, al que llamamos Willy (nuestra imaginación estaba maltrecha ya) y al que llevábamos queso por las noches. Qué rico (el ratón. Bueno, y el queso también. Qué rico todo).

Pero ya estoy aquí, preparado para empezar mañana las clases... Alá mediante, este año de facultad será el último, y ya va siendo hora. Echaré de menos el café en el Titanic y el pincho en el Kin. Pero bueno, me voy haciendo a ello: ya tuve que olvidarme del periódico en el 13 y del cigarrillo en el Isla de Cuba. Así que, ante la duda y cuando tenga un ratito, escalaré Martínez Vigil para visitar a mi queridísima Silvia en el Refu. Parece mentira que no viva en esa ciudad (que, dicho sea de paso, me resulta ciertamente aborrecible).

Besos pa toos, más noticias en el telediario de las 9.